jueves, 27 de septiembre de 2007

¿La verdad?, desnuda



Estamos con todo el asunto ese de la ropa. Digo "estamos" porque ando poniendo a todo el mundo de cabeza desde hace unos días, cuando me dejó de entrar la ropa. Más bien, cuando dejé de entrar en ella.
He descubierto que en este momento puedo curtir dos looks: Lámpara y Cucurucho de Helado.
El primero se me da cuando me pongo faldas. Las que suelo usar todavía me van, pero están más cortas y sus bordes se alejan de mis piernas de modo que, visto de frente, el conjunto conforma un bizarro trapecio, al estilo de la pantalla de una lámpara. El adorno de remate vienen a ser unas tetas gigantes coronadas por una cabeza que quedó chica en medio de toda esa parafernalia.
El segundo look, cucurucho de helado, aparece cuando uso pantalones. En este caso, los pantalones se adhieren a mis piernas de modo que sobresale la barriga redonda que, adornada por las globotetas y mi cabeza en la punta expresan un diseño como de dos bochas de crema rusa, una de chocolate y una cereza de adorno.
Y hablando de globotetas, habrán notado que es en extremo difícil conseguir arneses para sujetarlas por menos de 25 dólares. Y si las sacamos a pasear sin su pretal, la policía ecológica de seguro nos detiene. por poner en riesgo la salud y la seguridad de los transeúntes.
En fin, cómo me habré quejado que Sandra Mora me hizo dos pantalones de preñez superelastizados pero sin elástico (es milagrosa, esta diseñadora) y una camiseta gigante y sexy.
En fin, si no fuera por la inconveniencia social, andaría en calzones (gigantes, claro); arneses especiales sujetaglobotetas y pantuflas acolchadas. Un look ideal para el verano de Tucumán, cálido (temperatura infierno) y húmedo.
Hasta mañana.

martes, 25 de septiembre de 2007

Células madre de la sangre de cordón




Esta es una columna de opinión publicada en el diario Clarín. Estoy de acuerdo con la especialista: falta debate sobre el asunto. Yeimi decidió solicitar la extracción tras el nacimiento del bonito Tomás. Pagó una cantidad de dinero por la extracción y paga una cuota anual por la preservación. Cuando le pregunté (ella iba como en el sexto mes de embarazo) por qué contrataba el servicio, me contestó que el parto iba a ser la única oportunidad que tendría para colectar células madre de Tomás. Después dijo algo así como que ése era el tipo de cosas en las que prefería pecar por exceso y no por defecto. También hay un banco público, pero parece que muchas madres prefieren que las porquerías que se extraen de su hijo sirvan sólo para su hijo. Me atrevo a especular con que más de una de las que contrató el servicio privado debe haber pensado: "¿qué pasa si las células de mi pollo pasan a formar parte de un sistema solidario y justo cuando él las necesita ya no hay?". Y ese es otro debate que no se da: dentro de los sistemas solidarios de salud, ¿cómo garantizamos la atención de las necesidades de todos?
En cualquier caso, en Tucumán no hay un banco público ni privado que colecte células madre del cordón umbilical. Si se recogen aquí en el momento del nacimiento, se guardan en Buenos Aires.
A pesar de que nuestra provincia tiene una universidad prestigiosa, con una carrera de Medicina muy respetada, los transplantes de órganos son una práctica incipiente. Hay otras carreras universitarias que tienen entre sus incumbencias la investigación sobre células madre. ¿Les interesa el asunto? ¿Lo están llevando adelante?
Por el momento, no puedo sumarme a un debate que no se ha iniciado. No tengo información, no sé si mi Chobi irá a necesitar un transplante o implante autógeno. Si pudiera elegir donaría los desechos (¡puaj!) del parto (la sangre de cordón) a un banco público de reparto solidario. Como no puedo, mi bebe va a estar en las mismas condiciones que la inmensa mayoría de sus comprovincianos y no habrá pequeño tesoro celular acumulado en una cajita bio preservante. Si llega a necesitar un repuesto, haremos como muchos y apelaremos a la solidaridad de los donantes. Antes, claro, trataremos de enseñarle a ser generoso para dar y agradecido para recibir. Después de todo, es así como queremos que funcione el sistema sanitario argentino.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Qué pasó antes de que pasara




¿Finalmente decidiste tener un bebeto? Imagino que, razonablemente, buscaste primero un donante de esperma (puede ser o no tu novio, pareja, amante, esposo y todo lo anterior junto). Después, un buen obstetra para las consultas pre embarazo. Y más tarde fuiste al gimnasio, tomaste las vitaminas varias y el famoso ácido fólico, dejaste de fumar y de beber alcohol y renunciaste solemnemente al exceso de cafeína. Imagino que además habrás hecho una lista de los sitios de asistencia preparto más renombrados de la localidad para visitar a todos antes de elegir. Y, claro, compraste ropa apropiada. Ah... ¿no hiciste eso? Yo tampoco.
Primero tuve un par de meses de negociación con mi compañero, el Pablo. (¿Les gusta eso de "compañero" para referirse al no marido? Es re setentista la palabrilla). Hemos negociado cosas tales como: escuela pública siempre; pediatra convencional más un médico homeópata; nada de cocacola ni golosinas compradas durante al menos dos años; prohibido beber y conducir (eso debía haber sido obvio, yo lo usé como elemento de negociación. No me quedaba más remedio); si yo tengo que dejar de fumar vos también y más vale que me compres esa cartera de un millón de dólares como premio por dejarme preñar. En una cosa en la que estuvimos de acuerdo de inmediato fue en no dejar solo a nuestro retoño con mi madre o su madre hasta que no tuviera edad para marcar el número de emergencias en el teléfono. (En Tucumán es el 107 para urgencias médicas, el 103 para Defensa Civil, el 101 para la policía y no me sé el de los bomberos. De modo que tendría que ser no sólo lo suficientemente mayor, sino además bastante astuto como para retener todos esos números y sus correspondencias).
Después de acordar algunos términos como los antes mencionados fuimos al obstetra. El buen doctor me dijo que tenía que bajar varios kilos (seis) y tomar el ácido fólico. Todo eso después de aclarar que dejara el método anticonceptivo que estuviera usando. A menos que lo mío, en lugar de preservativo, pastillas, DIU o espermicida fueran los métodos "naturales". En ese caso, dijo, no había problema, podía seguir cuidándome y lograr un embarazo, todo al mismo tiempo.
En fin, bajé ligeramente el uso de tabaco y el de alcohol (se hace lo que se puede); empecé a tomar el bendito ácido fólico y abandoné mi prolija obsesión por evitar un embarazo.
Confieso que lo hice sin ninguna confianza en resultados rápidos. Fumo; bebo; duermo poco para mi gusto y demasiado cuando se presenta la oportunidad; adoro la cafeína y mi alimentación se desarrolla en torno a cualquier cosa preferentemente comestible que pueda comprarse con envío a domicilio. Y he aquí, que al primer intento, test casero positivo.
Mucho susto. El fin de semana anterior a la noticia había fumado y bebido como bestia y me había tomado un relajante muscular (con permiso médico, chicas) para sacarme la postura de Quasimodo que había llevado durante tres días. Ni qué hablar de los kilos que tenía que bajar. No me pesé, pero de seguro que había aumentado un par gracias a mi dieta de mortadela, pan, manteca y aceitunas.
En fin, a pesar de todo eso voy por la semana 18 viento en popa, sin complicaciones evidentes y sin demasiadas preocupaciones. Así que, según mi experiencia, no hace falta tener los hábitos sanitarios de un monje budista para estar en condiciones de procrear. Y si tus hábitos apestosos se mantienen durante los días previos a que te enteres del embarazo, no pasa nada (después de todo, es muy probable que hayas estado ebria o fumada para dejarte embarazar). De modo que la diferencia que puede haber entre buscar y no buscar quizá se reduzca sólo a la preparación psicológica para que el test te dé dos rayas en lugar de una. Después de todo, en el resto da igual.
Por cierto, si quieren empezar la búsqueda o ya están hasta las manos y no hay vuelta, diviértanse e infórmense con Embarazada, de Kaz Cooke. En castellano sólo está disponible una traducción en español de España, pero está bueno igual.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Tenía que hacerlo


¿Estás o has estado embarazada o embarazado? Si la respuesta a la pregunta es , seguramente te has visto sometido a mucha información publicada (en libros, cedés, devedés, revistas, páginas de internet y un largo etcétera) que no te ayuda para nada. Te informa, claro. Muchas veces sobre cosas que no te interesa saber. Otras, sobre cosas que POR SUPUESTO QUE NO querías saber (detalles sobre pezones, oscurecimiento de la piel, secreciones de colores y otras cosas asquerosas). Pero además de información lo que uno necesita en estas situaciones es: consuelo; asistencia psicológica/psiquiátrica; dirección y número de teléfono de un buen obstetra cercano al lugar de domicilio; una amiga con hijos chicos y duplicar el sueldo urgentemente.
Lo hayas buscado o no, el embarazo es una de esas situaciones en las que uno no deja de preguntarse cosas tales como ¡¿en qué me metí?!
Tenía que hacerlo. Tenía que hacer un blog sobre preñados de verdad, como nosotros. ¿Quiénes somos nosotros? Los que no vemos el embarazo ñoñamente como "la etapa más liiiiiiiiiinda en la vida de LA MUJER (el género femenino)". Los que no hacemos una lista de compras para cada trimestre del embarazo. Los que no tenemos la más mínima idea de qué nombre le vamos a poner. Los que no tenemos la más mínima idea de dónde lo vamos a poner. Los que hemos entrado en un período de confusión total sobre talles de corpiños.
Mi modesta pretensión es contar una experiencia sobre el embarazo, los médicos, los amigos y la familia y compartir mi impresión sobre libros que leí y páginas web que visité. Si pueden aportar algo a la causa, porfa dejen un comentario.
El post de mañana va a ser sobre las consultas pre embarazo. Visítenme.